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Foto del escritorLucía de Compas

JULIO PARA APROVECHAR


Julio es ese mes en donde nos damos cuenta de que ya se pasó la mitad del año y nos queremos poner al día, pero a la vez el frío (y la Cuarentena) nos tiran para adentro. Entonces seamos amables con nosotros mismos y tomémoslo para reflexionar y juntar energía. ¡Eso sí, del desafío del mes no nos vamos a excusar! Pero esta vez es más fácil (?) porque tiene que ver con el compostaje.

Nos toca tratar el tema de los residuos alimentarios (los famosos orgánicos). Algo ya te había contado antes cuando vimos la energía y el agua que se utiliza para crear lo que comemos. Y también te había mencionado la comida cuando tocamos el tema del comercio justo y de saber el origen de lo que comemos, pero ésta vez vamos a hacer más hincapié en lo que pasa una vez que consumimos la comida que pasó por nuestro plato (o nuestras cacerolas).

Se estima que el 40% de los residuos que generamos en el hogar pueden compostarse, lo cual es una de las razones principales para empezar a hacer compost en tu balcón o cocina. Pero si bien ésta práctica tiene el beneficio reducir la “basura” a la mitad y evitar que se generen gases como el metano en los rellenos sanitarios (que provoca el efecto invernadero), además de darnos un gran abono para las plantas y la huerta, es cierto que algunos restos de comida nunca deberían llegar a la compostera en primer lugar.

Me refiero a que muchas veces terminamos tirando comida porque se nos olvidó en la heladera, o porque no sabemos que esa parte es aprovechable y comestible, y eso multiplicado por la cantidad de habitantes de éste planeta termina generando un desperdicio enorme de recursos y a su vez una contaminación evitable.

Mi abuela transformaba los restos de la comida del día anterior en la mejor tortilla o soufflé, es cuestión de ser creativos. Y a la vez también, tal como pasa con el #zerowaste, muchas veces es más un tema de organización (y conservación) lo que atenta en contra el aprovechamiento de los alimentos que el hecho de haber comprado de más.

Como dice Marie Kondo en criollo: cuando vés lo que tenés, lo usás; y eso aplica para la comida de la heladera y la alacena: colocar las fechas de envasado y ordenar los recipientes para que saber con qué contamos, además de dejar pre-listos los alimentos o freezarlos para que puedan durar más tiempo. Son tips fáciles que evitan que tengas que tirar o compostar comida pasada. ¿Se te ocurre algún otro?


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