¿Alguna vez se pusieron a pensar sobre el poder que tenemos como consumidores? Colectivamente somos los que hacemos girar la rueda de la economía. Anuncios, investigación de mercado y horas de producción se invierten para atraer al cliente en una góndola o en una tienda hacia determinado producto. Nuestro poder es sin embargo, la mayoría de las veces, latente porque, si bien hay cada vez mayor conciencia ambiental, cuántas veces realmente nos preguntamos: ¿De dónde viene lo que estamos comprando, cómo está hecho o cuál va a ser su disposición final una vez que lo dejemos de usar?
Es cierto que a veces preferiríamos no saber quién confecciona un pantalón que tiene un precio convenientemente económico, o decidimos ignorar quién junta el cacao de nuestros chocolates, pero las consecuencias de nuestras decisiones de consumo, y de las decisiones de los que producen nuestra ropa, comida y aparatos eléctricos (por mencionar a algunas industrias) tienen un impacto en nuestra vida y en nuestro Planeta. Así como decimos que "cada acción cuenta a favor de la Tierra" sucede contrariamente lo mismo con las "inacciones" y las acciones negativas.
Entonces tengamos en cuenta que los micro cambios de manera grupal pueden hacer una diferencia en el largo plazo e influenciar a las grandes empresas. Prioricemos los productos cuyo packaging es reciclable y no es exagerado, apostemos por envases retornables, arreglemos aparatos antes de tirarlos, elijamos marcas con compromiso social y ambiental, pidamos el café en tazas reutilizables, usemos bolsas ecológicas más allá de para los supermercados, exijamos saber qué materias primas se usan y quiénes están involucrados en el proceso. La lista es extensa, son pequeños cambios, pero nos permiten ser coherentes con nuestros valores y con lo que queremos transmitirles a nuestras familias y comunidad.
¡Intentémoslo en mayo!